Las obras pictóricas de la Basílica del Pilar se consideran "fundamentales para el estudio del arte mural del siglo XVIII en España".
El 29 de marzo de 2007, el Príncipe de Asturias inauguró la restauración de las pinturas de Goya de la Regina Martyrum. Restauración que se acometió por el deterioro que habían sufrido por las continuas goteras. En la actualidad se considera "urgente" y "sin demora" la actuación en otras cúpulas del Pilar. Entre ellas, las más dañadas son las pinturas que realizaron los Hermanos Bayeu. En concreto, la cúpula Regina Virginum, de Ramón Bayeu y la Regina Apostolorum, de Francisco Bayeu. Los expertos y restauradores (que ya han trabajado en las pinturas de Goya en el Pilar y en Aula Dei) aseguran que no sólo son en estas cúpulas donde hay que realizar obras, ya que hay otras cúpulas de diferentes capillas que también las necesitan ya que, aunque son menos visibles, se encuentran sumamente deterioradas, como las pinturas de la capilla de San Antonio, de Luzán.
A esto hay que añadir que se encuentra en una fase previa el proyecto pictórico y escultórico de Antonio López para una de las cúpulas de la Basílica, y que presentó ante el Cabildo Metropolitano de Zaragoza hace ahora un año.
Y, además, el "lavado de cara" que se ha llevado en las torres de la parte de la plaza y el proyecto recién firmado por el que se acometerá proximamente la limpieza de las torres de la parte del río Ebro.
Lo que sí que parece seguro que se va a realizar es este último punto. Ahora surge la disputa entre qué es lo más conveniente; si la limpieza de las torres o la consolidación de las pinturas de las cúpulas, ya que el proyecto de Antonio López sigue otros derroteros que, hoy en día, parecen algo parados. ¿Qué pasa, pues, con el Pilar? Hay que pensar que es, sin duda, el edificio insigne de la ciudad de Zaragoza. El lugar al que todos aquellos que visitan nuestra ciudad y nuestra comunidad siempre acuden y nunca se pierden. Esperemos que no vayan cayendo en saco roto los proyectos y consolidaciones de una de nuestras maravillas y acabe, dentro de muchos años, como tantos y tantos edificios, religiosos y profanos, de nuestra tierra: olvidados.
El 29 de marzo de 2007, el Príncipe de Asturias inauguró la restauración de las pinturas de Goya de la Regina Martyrum. Restauración que se acometió por el deterioro que habían sufrido por las continuas goteras. En la actualidad se considera "urgente" y "sin demora" la actuación en otras cúpulas del Pilar. Entre ellas, las más dañadas son las pinturas que realizaron los Hermanos Bayeu. En concreto, la cúpula Regina Virginum, de Ramón Bayeu y la Regina Apostolorum, de Francisco Bayeu. Los expertos y restauradores (que ya han trabajado en las pinturas de Goya en el Pilar y en Aula Dei) aseguran que no sólo son en estas cúpulas donde hay que realizar obras, ya que hay otras cúpulas de diferentes capillas que también las necesitan ya que, aunque son menos visibles, se encuentran sumamente deterioradas, como las pinturas de la capilla de San Antonio, de Luzán.
A esto hay que añadir que se encuentra en una fase previa el proyecto pictórico y escultórico de Antonio López para una de las cúpulas de la Basílica, y que presentó ante el Cabildo Metropolitano de Zaragoza hace ahora un año.
Y, además, el "lavado de cara" que se ha llevado en las torres de la parte de la plaza y el proyecto recién firmado por el que se acometerá proximamente la limpieza de las torres de la parte del río Ebro.
Lo que sí que parece seguro que se va a realizar es este último punto. Ahora surge la disputa entre qué es lo más conveniente; si la limpieza de las torres o la consolidación de las pinturas de las cúpulas, ya que el proyecto de Antonio López sigue otros derroteros que, hoy en día, parecen algo parados. ¿Qué pasa, pues, con el Pilar? Hay que pensar que es, sin duda, el edificio insigne de la ciudad de Zaragoza. El lugar al que todos aquellos que visitan nuestra ciudad y nuestra comunidad siempre acuden y nunca se pierden. Esperemos que no vayan cayendo en saco roto los proyectos y consolidaciones de una de nuestras maravillas y acabe, dentro de muchos años, como tantos y tantos edificios, religiosos y profanos, de nuestra tierra: olvidados.
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